Setién debe irse. Debería rematar el destacado trabajo que sigue firmando y abandonar el Betis llevándose en la mochila la incomprensión que le castiga y el desajustado análisis que se hace de su trabajo después de cada gol en contra que recibe "su" Betis. Por eso, Setién debe irse. Porque debe asumir que aquí muy pocos le regalarán un solo elogio y muchos le harán responsable principal de cada tropiezo. Cuando la Real Sociedad hizo el segundo tanto, sus detractores ya pedían la instalación de la guillotina en la Plaza del Ayuntamiento. Cuando el Betis metió la cabeza en los cuartos de la Copa, parecía que la felicidad y la ilusión desatada eran ajenas al entrenador. Su panorama tiene difícil arreglo: ganan los fichajes de Serra y pierde él.
Y en este juicio sumarísimo nadie se cuestiona por qué hay diez equipos en Primera que disfrutan de una mejor delantera que el Betis y cómo es posible que a estas alturas de temporada el delantero goleador que el equipo necesita para dar un paso adelante aún esté ausente. Sólo ha venido un chaval que ni jugó un minuto en la primera final de la temporada. El espíritu y la cabeza que Serra Ferrer le ha metido al Betis es incuestionable, pero su trabajo tiene algunas taras que, de momento, el entrenador está cubriendo con resultados. Después del personal que ha desfilado en los últimos años por el banquillo, el mensaje de Setién es casi un canto espiritual. Sí le recrimino algo: que no esté diciendo todo lo que piensa. El lobo estepario se muerde la lengua y resiste a base de victorias. Quizá haga bien en renunciar a parte de su pensamiento, en la tierra de la ojana no se lo perdonarían.
LSSI | | | Política de Cookies |