Saltillo y Madrid

Mis respetos para los tres toreros que han hecho el paseíllo en Madrid con la corrida de Saltillo. Y a todos los banderilleros y picadores, porque el trago ha sido importante. Los toros yendo al pecho, siempre midiendo, amagando las embestidas, metidos por dentro, sin humillar. Ingredientes de unos gañafates imposibles para torear. Algunos de ellos no tenían ni uno. Octavio Chacón ha estado sencillamente sensacional. No se puede estar mejor. Al primero lo recibió de forma extraordinaria, sacándoselo hacia fuera y remontándolo con una media añeja muy templada y torera. Dejó lucir al toro en el caballo, donde acudió hasta tres veces, cosa que agrada mucho a la afición. Y en la muleta hilvanó una faena medida y cadenciosa. Siempre bien colocado, dejándole la muleta adelante, muy metido en la faena. Se dejó el toro por el lado derecho, pero no tenía ni uno por el lado izquierdo. Madrid vio la profesionalidad y la decisión de Chacón, pidió la oreja, pero el presidente, sorprendente e injustamente, no es que hiciese caso omiso a la petición, es que le dio la vuelta al ruedo al toro "Astudero", cuando el que había estado bien de verdad había sido Octavio Chacón. Una decisión injustificable en la que se supone que es la mejor plaza del mundo.

Esaú se chocó contra dos muros imposibles. Por cierto, el quinto, de nombre "Cazarrata", se partió un pitón en el caballo y nadie, absolutamente nadie, en la plaza protestó. ¿Hubiese pasado lo mismo con otra ganadería? Seguro que no. Las cosas de Madrid. Sebastián Ritter se las vio con un manso de libro en el primero y con otro imposible para cerrar plaza.

Enhorabuena a todos los que se han vestido de luces porque haberse puesto delante de uno de Saltillo en Madrid y salir a pie de la plaza sí que es un triunfo. Una corrida para volver loco a cualquiera.

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