Más allá del indulto

El Juli ha formado un auténtico alboroto y ha indultado al quinto de Garcigrande, de nombre Orgullito, de 528 kilos. Pero no nos quedemos en eso porque además ha cortado dos orejas de su primer toro de la tarde, quizás excesivas, pero otras dos orejas de un figurón del toreo de época.

Cuando uno quiere ser torero siempre intenta aprender y perfeccionar el toreo de salón para después plasmarlo delante de los animales. Torear despacio, por debajo de la pala del pitón y, lógicamente, sin que te enganche. Así ha toreado El Juli está tarde en Sevilla, como de salón. Igual de despacio, igual de encajado. Como flotando. Dentro de una sensacional tarde de toros de El Juli, ha habido un muletazo, uno, astrológico. Un derechazo que sería un insulto hablar de parar el tiempo, porque ha ido más allá, incluso. Los realizadores de la televisión no podrán ralentizarlo más porque es imposible: ya viene ralentizado de fábrica. Ha sido, ni más ni menos, el muletazo. Fue el cenit de una obra magistral, siempre enganchando adelante a Orgullito de Garcigrande y rematándolo atrás del todo. Cumbre. Faena poderosa, de mano baja y poniendo la feria muy cara. El toreo en sus manos. Y otra Puerta del Príncipe más.

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