Reflexionemos, los que queramos

17/03/2018 · Paco Cepeda

Después de diez años de procedimiento penal, el más largo de la historia, contra Manuel de Ruiz de Lopera, me gustaría escribir por tercera o cuarta vez del tema en dos días, aunque no le guste a ciertos interesados que se menee este asunto, porque mi asombro no ha llegado a su límite. La realidad supera todo lo que me podía imaginar.

Primero quiero pedirle disculpas a Ruiz de Lopera, porque pese a la sentencia, yo entiendo que no es una práctica mercantil correcta tener el 51% de una Sociedad (Real Betis) y pasar los posibles ingresos y los gastos a una empresa 100% suya (Tegasa o Encadesa). Eso le quita la esencia a una Sociedad Anónima, se la carga. Como ha pasado tanto tiempo, la vida nos ha puesto el mejor ejemplo delante, el más hiriente, por cierto. El Sevilla está repartiendo dividendos entre sus accionistas, todos, los grandes y los pequeños. En el anterior sistema loperiano, ahora bendecido por la Audiencia, Lopera se habría llevado el todo y los chicos, ni un euro. Eso no puede ser legal. Si lo es, no tendría el más mínimo sentido ser minoritario en ninguna empresa. Así que sin terminar derecho, que me faltan algunas asignaturas, o eso no puede ser así o me reescriben los libros que en su momento estudié.

Le pido perdón a Ruiz de Lopera porque con sentencia o sin sentencia, yo pienso que no podía seguir en el Betis ni medio minuto más. Porque después de una etapa de crecimiento, estaba empequeñeciendo un club muy grande y en varios frentes, no sólo el deportivo. Lo pensaba antes, durante y después de su juicio y su sentencia. Lo pensaba cuando los loperistas más loperistas que yo he conocido en toda mi vida, ahora reconvertidos al harismo, pronunciaban frases tales como "don Manuel es mi pastor, nada de falta" o una más gráfica, pero menos ocurrente, que decía algo así como que "con Lopera, el bético puede dormir tranquilo". Esos ex loperistas, ahora haristas, es decir, casados con el poder en sus diferentes formas, hoy cargan contra los que entonces y ahora, entendemos que Lopera no podía seguir en el Betis pero que no se le podía echar de cualquier forma, desde luego no como se ha hecho. Esos ex loperistas hoy hacen una oda del fin justifica los medios, aunque se lleve por delante cosas muy sagradas, incluso más que el Betis. Por supuesto, cada uno que haga lo que quiera o deba, faltaría más, pero las puyitas, pueden venir de vuelta, cuando la otra parte se cansa un poquito, como es el caso. 

No se me olvida, pero ni un segundo, que Lopera reconoció hace poco en el inmoral pacto que hoy es más últil que nunca y más sucio que siempre, que sí, que tenía una cuota de culpabilidad, atenuada, pero culpa. La Audiencia dice que Lopera mentía, que es inocente. Es realmente desconcertante para el ciudadano no loperista, no harista, que pase algo tan surrealista, pero ha pasado. 

Reflexiono sobre el papel del 'gran' informe pericial que ahora vemos que no era tan consistente, de hecho no era nada consistente. Y reflexiono sobre la Justicia. Si tanto falló Alaya en su calificación, por lo que ahora dice la Audiencia, quién me dice que no podemos estar ante otro error. Lo dejamos ahí. 

Pero si me apuran, lo que más entripa es lo que están haciendo con Hugo Galera, al que no conozco más allá de lo que dice o hace públicamente, del que ni me fío ni me dejo de fiar, que no sé si se quiere quedar con el Betis por avaricia, o si es un tipo con principios. Yo no lo sé. Pero sí recuerdo cuando comenzó esta cruzada, contra viento y marea, con una rueda de prensa en la que casi se reían de él, porque Lopera era inatacable. Recuerdo perfectamente que después de una travesía del desierto suya y de su grupo, la masa se unió al Lopera vete ya. Recuerdo que comenzaron el proceso y ahora observo que han sido utilizados como pañuelos de papel. Y además, para el recochineo máximo, por un lado los condenan a costas (400.000 euros por lo visto) y por otra les dicen que Lopera ha sido absuelto por insistir en los tribunales, por pedir una justicia que era clara ante la confesión, vía acuerdo, que el propio Lopera había firmado. 

La verdad es que el tema es para dejarlo, para no hablar más de él. Don Haro es mi pastor, nada me falta, y todo bético puede dormir tranquilo con don Ángel. 

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